Desde el anonimato se cae frecuentemente en la descalificación, la agresión y la infamia, y eso va directamente contra el honor y la libertad del que recibe el comentario.
No voy a cambiar mi posición respecto a la necesidad de esa libertad que da autenticidad, frescura y transparencia a lo que hago. Prefiero ser objetivo de un comentario injustificado, antes que censor de postulados.
Pero tampoco va a cambiar lo que pienso de los cobardes que tiran la piedra y esconden la mano. Esos que aprovechan cualquier foro para despotricar sin más y que no dan la cara, esos que no son dueños de sus palabras ni responden de ellas.
Pues eso, que les den mucho por donde la espalda pierde su casto nombre.
Foto: DaKar, Barcelona